jueves, 17 de junio de 2010

Un poco de ti

Eres una tormenta lejana,
una osadía perpetua,
una calamidad y un romance…
Una estrella en el cielo perdida
eres mi penitencia, mi sacrificio, mi recompensa.

¡Amor mío, ¿qué eternidad hay en tus besos?!
¡que sabiduría invade mi cuerpo!
dejando a su paso cicatrices inmensas.

Algo de ti, me seduce,
me atrae, me sacude,
me limita y me resiste.

Sólo un poco de ti, me absorbe,
me embelesa, me cautiva,
ese poco de ti… ¡me mutila!...

sábado, 12 de junio de 2010

Guadalajara...

Tu lejanía me atrae, tus días nublados… tu soledad, tus aires de citadina furiosa… de provincia y tranquilidad.

Me atraen más tus defectos que tus virtudes y al alejarnos me siento más cercana a tus pasos, a tus vialidades fatigadas, a tu tez de tequila y maguey, a tu nombre…
De mi te apoderas… desde la piel, hasta el gusto… me sublima tu música, tus ojos verdes donde concurren aguas de tan diferentes lugares…

Me encanta tu actitud cosmopolita y tu tradición humilde, así como tus recovecos más profundos donde tu cuerpo curvilíneo se llena de depresiones artificiales y construcciones eclécticas.

¡Celebremos!, ¡que el amor se hace grande cuando se está lejos!… Guadalajara querida.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Duele el amor

En la ansiedad de mis desvelos como loca te busco dentro de mis visceras, extraño tú poca y callada presencia, tu apoyo sarcástico... tu decadencia.

En mi silencio, te añoro, por más que te busco, padezco tu no-existencia, en el poco nihilismo que me queda me atraganto con mis palabras para por fin morir, sola.

sábado, 8 de agosto de 2009

Guadalajara

Tus intransitables caminos, tu caos, tu invariable voz embriagante de ruido… me atraen, me envuelven en sus altos edificios que me miran con desprecio y me rebajan en la paradoja de ser una parte tan diminuta de ti y me ahogo en tus defectos… me pierdo completamente en el naufragio de tu vialidades, tu sobrepoblación… toda tú… tan embelesante.

lunes, 1 de junio de 2009

El “ser” auténtico

by: Me

En lo que corresponde a este breve discurso, cabe destacar el plato fuerte de todo esto, que es definir coherentemente o al menos lo mejor posible el término “autenticidad”, y de tal manera concebir la existencia o inexistencia de ella.

Quisiera comenzar esta pequeña cátedra con un fragmento del poema de Jaime Sabines “No quiero convencer a nadie de nada”:

No quiero convencer a nadie de nada.
Tratar de convencer a otra persona es indecoroso es atentar
contra su libertad de pensar o creer o de hacer lo que le
dé la gana. Yo quiero sólo enseñar, dar a conocer, mostrar
no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por
sus propios pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado.
(¿Quién es quién para decir "esto es así", si la
historia de la humanidad no es más que una historia de
contradicciones y tanteos y de búsquedas?)…

Así que, comencemos la búsqueda… todo apunta hacia Jaspers quien adopto este término para indicar el ser propio del hombre, en oposición al extravío de sí o de su propia naturaleza, que es la inautenticidad o impropiedad. Ahora bien, teniendo como punto de partida los comienzos del término auténtico podríamos referirnos a él con mayor consistencia y llegar a la conclusión de su existencia con un poco más de facilidad.

Sin embargo, encontramos el concepto aun más delineado en la filosofía del alemán Martín Heidegger que dice sobre la autenticidad “Y por ser en cada caso el “ser ahí” (es decir, el hombre) esencialmente su posibilidad, puede este ente en su ser, “elegirse” a sí mismo, ganarse y también perderse o no ganarse nunca o sólo “parecer ser” que se gana”. La posibilidad propia del “ser ahí” es la muerte: por lo tanto, “El “ser ahí” es propiamente él mismo en la singularización original del estado de resuelto, silencioso y presto a la angustia”. Por otra parte, la existencia inauténtica está caracterizada por “las habladurías, la avidez de novedades y la ambigüedad” que constituyen el modo de ser cotidiano “anónimo” del hombre y representa, por lo tanto, “el estado de caído de sí mismo”. Pero debe advertirse que la distinción y la oposición entre autenticidad e inautenticidad no implica valuación preferencial alguna. La inautenticidad forma parte de la estructura del ser, con el mismo titulo que la autenticidad. “El estado de caído del “ser ahí” tampoco debe tomarse, por ende, como un caída desde un “estado primitivo” más alto y puro. De esto no sólo no tenemos ónticamente experiencia alguna, sino tampoco ontológicamente posibilidad ni hilos conductores de exégesis”. La filosofía contemporánea usa ambos términos en sentido análogo al de Jaspers o Heidegger.

Ahora bien demos pie, a la antitesis de todo esto. Entre estas definiciones, parecidas ambas, en la segunda encontramos un problema, sobre lo que respecta al termino de elegirnos a nosotros mismos, y se nos plantea la siguiente pregunta ¿realmente podemos elegirnos a nosotros mismos?, ¿de dónde viene la autenticidad del hombre?.

En la primera de las cuestiones, caemos otra vez en el problema de la libertad, como ese tema lo he tratado ya en estudios preliminares, pasemos de una vez a la segunda cuestión que nos hemos planteado. ¿De dónde viene la autenticidad del hombre? Y esto me lleva a las diferenciaciones que hace Arthur Schopenhauer sobre los bienes de la vida humana: 1- Lo que uno es, 2- Lo que uno tiene, 3- Lo que uno representa ; lo que me conduce hacia un camino que se divide en estos tres rubros y al final de uno de ellos debiese encontrarse “mi autenticidad”.

Sin embargo, me pregunto como es que yo, una criatura que no sabe realmente de donde vino y/o hacia donde va, puede concebirse a uno mismo como tal, esto es, ser auténtico… lo cual afecta tan drásticamente mi pensamiento y me lleva a la conclusión de que en este sentido el ser auténtico se ve tan imposible, tan irreal y lejano… sin embargo, puedo recordar también algunos de los ideales existencialistas… donde puedo ver que “yo soy, lo que yo quiera que sea” y me hago una pregunta más ¿esta es la verdadera autenticidad del ser?, y caigo en la antítesis de Sartre sobre la libertad “estamos encadenados a la libertad”, decía. Y Si en cierta manera puedo yo elegir todo lo que soy, tengo y represento. Entonces surgen más preguntas… ¿no es que acaso influye en todo esto el medio en el que nos desarrollamos?

Es entonces cuando podría concluir que no solo estamos encadenados a la libertad como dice Jean Paul Sartre sino que somos esclavos del tiempo, de la sociedad y el mundo en el que vivimos, a fin de cuentas son ellos los que en cierta medida delinean nuestro ser.

Ahora bien, quisiera definir el término autenticidad, de una manera más particular a mi modo de ver y sentir las cosas como: una propiedad del ser, de la personalidad, que se da cuando uno tiene conciencia de que es “libre” y de que puede elegirla, que se da en el instante en que el hombre toma las riendas de su vida y hace lo que quiere hacer y es lo que quiere ser, sin embargo, esta debe estar lejos de toda moda y/o ambigüedad, autenticidad es algo más profundo, algo que nos diferencia del resto de la gente, que nos hace nosotros. Y que si bien, digamos, seguimos una cierta corriente o propuesta, no perdamos nuestra “singularización original”, es decir, nuestra individualidad. La autenticidad no se trata de querer dar la contra a todo el mundo, o simplemente por el hecho de querer ser “auténticos” veamos todo en un sentido opuesto. Sino que, realmente exista una “convicción” y un placer en lo que hacemos, podría determinar que la autenticidad es solo un producto más del “Yo Profundo”, y uno más de los escalones para llegar al SuperHombre. No obstante, quisiera continuar en el camino que se ha trazado sobre los bienes del hombre, en este sentido, creo que será más oportuno explicar la gnosis de lo que es auténtico.

La autenticidad en el sentido de “lo que uno es”

Se tiene por entendido que “lo que uno es”, representa los rasgos de la personalidad más profunda que están con nosotros al paso del tiempo, por ejemplo: el carácter, la personalidad, la moral, la inteligencia.

Y me lleva a esta cuestión, ¿nosotros podemos elegir nuestro carácter, personalidad, inteligencia? Y también me lleva a una afirmación, “soy”, la existencia precede a la esencia, así que primero existo y luego puedo ver las cualidades de mi ser, no obstante y como consecuencia del estructuralismo puedo llegar a pensar que no hay autenticidad, ya que hubo muchos factores que han definido mi carácter, personalidad, moral e inteligencia; sin embargo y como las etapas del desarrollo del niño en Piaget, puedo diferenciar entre una “autenticidad ligada a nuestra infancia” que cambiará en cierta forma el modo de pensar cuando ya se es adulto, y la “autenticidad propiamente dicha”, que respecta a cuando el individuo siente la capacidad y el hecho de elegir, que es cuando el hombre toma su “libertad” con sus propias manos, es cuando el hombre se plantea objetivos en la vida, y la forma en que quiere vivirla. Es así como se forma su “verdadero” carácter, personalidad, moral e inteligencia.

La autenticidad en el sentido de “lo que uno tiene”

Ahora bien, en este sentido, esta claro que se refiere a la autenticidad en lo que respecta a lo que uno tiene, como son los bienes materiales como dinero y pertenencias.

Hay cierto conjunto de personas que piensan que son “diferentes” (toman el hecho de ser diferente, como el ser auténtico), como el vestir cierto tipo de ropa, ir a ciertos lugares, tener ciertos lujos y creen ser “auténticos”, originales, cuando lo único que hacen es seguir una moda, impuesta por el tiempo… se des-individualizan y este sendero no creo que tenga que ver con “el ser auténtico”, no como debiese ser, sino como no debería ser.

En este caso analizaremos esta opción de esa manera, hemos dicho que la autenticidad “debe estar lejos de la moda y/o ambigüedad”, y también de esta manera aceptamos que superficialidad no es un adjetivo que deba atribuírsele a una persona “autentica”, dicho esto, podemos ver que “lo que uno tiene” en cierta medida corrompe la “autenticidad” o en un aspecto más amplio la “singularidad original” o “individualidad” del ser. Siendo así una practica impropia del ser, es decir, inauténtica.

La autenticidad en el sentido de “lo que uno representa”

Entendemos por “lo que uno representa”, como “lo que los demás ven de mi”, “como la sociedad me acepta”, “lo que los demás opinan de mi”, y tal situación se divide según Schopenhauer en honor, rango y fama.

En este sentido, podría decirse que tiene un poco en beneficio de la autenticidad, pero no la nuestra o lo que nosotros concebimos como autentico en nuestro ser, sino lo que los demás consideran auténtico.

Esto es, que este camino represente a los demás, como nos miran, es decir, “nuestra autenticidad vista por los demás”, cosa que nos lleva a un acto en cierto modo moral. Ya que este estado de autenticidad de lo que uno representa es “juzgado” por la sociedad.

martes, 3 de marzo de 2009

Sedúceme

En esta melancolía vaga has aparecido como efigie tortuosa, llenándome de regocijo y pecados carnales. Sobra decir que tu aliento a mujeres me embelesa, tus manos perezosas y tu hombría juvenil, mi percepción destrozan.

Revoloteas en mi mente, como figura retórica, como poeta rebelde y revolucionario filosofo. Vas dando vuelcos a mí día, donde lentamente te forjas una o varias noches.

Cuando mi corazón explota de deseos… las breves paredes de esta casa inoportuna me ahorcan y explota dentro de mí el sentimiento, me hace dócil…

Estamos ahí, solos… mirando el sendero luminoso que hay frente a nosotros en caminos opuestos y sabemos que de repente se unen… en el placer y el gozo.

Exquisitos manjares, lujuria retórica y misteriosos vocablos. Evitemos la cursilería e hipócritas palabras, sedúceme como si fuera la última o quizás la primera.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Irremediablemente

Despierto, me lavo la cara y en el espejo, veo una imagen difusa, un recuerdo apenas, una alucinación barata… ¿Dónde está el recuerdo pueril que quedo en mi mente? ¿A dónde se han ido aquellas glosas próvidas que cubrían mi cuerpo con su inquebrantable belleza?

No queda más, ¿quién soy? Voy buscándome a través de dioses con diferentes apellidos. Voy lavando mis culpas con caricias de diferentes manos, sin que nada me devuelva al fin mi rostro.

En el sendero largo y adverso, mi máscara oculto de lo subversivo, cómo una poción a medias que se quedo sin nombre. Esculpiéndome la soledad en la profundidad de mi esqueleto, dibujando una mona lisa en la sonrisa falsa… en el llanto irónico.

Me voy perdiendo de mí, irremediablemente.